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EVANGELIO DEL DÍA

  • Publik2
  • 5 feb 2019
  • 2 Min. de lectura

Marcos (5,21-43):


En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.


Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:

«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».


Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor.


Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:«Con solo tocarle el manto curaré».Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:«Quién me ha tocado el manto?»


.Los discípulos le contestaban:«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “Quién me ha tocado?”

».Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los píes y le confesó toda la verdad.


Él le dice: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».


Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:«Tu hija se ha muerto.


¿Para qué molestar más al maestro?».Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:

«No temas; basta que tengas fe».


No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.

Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:

«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».


Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:

«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).


La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña. Palabra del Señor


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